Muy
cerca, podremos visitar la Casa Museo de José Zorrilla. La vivienda
estructurada en dos alturas posee un amplio jardín en la parte posterior. En
ella se conservan recuerdos personales del poeta, así como objetos y muebles de
posterior adquisición que recrean un interior de época romántica.
Siguiendo
nuestra ruta, podemos ver la emblemática iglesia de San Pablo, antiguo convento de dominicos fundado en 1276 por la
esposa de Alfonso X, con su magnífica fachada del gótico final, auténtico tapiz
de piedra, fruto de dos fases constructivas. El cuerpo bajo, con evidentes
influencias hispano- flamencas, construido bajo el patronato del Cardenal Fray
Juan de Torquemada, y la parte alta, más clasicista, rematada con frontón
escamado con el escudo de los Reyes Católicos, como consecuencia de la reforma
promocionada por el Duque de Lerma, cuyo enterramiento se localiza en la
capilla mayor.
Su
interior, una sola nave y crucero alargado con cinco capillas abiertas entre
los contrafuertes, alberga interesantes obras artísticas entre las que se
encuentra el Cristo yacente de Gregorio Fernández.
Junto
a San Pablo se encuentra el Palacio de los Pimentel. Una de las ventanas
conserva una cadena que recuerda la leyenda de que Felipe II fue sacado del
palacio por esa ventana para poder ser bautizado en la Iglesia de San Pablo,
pues de haber salido por la puerta principal hubiera debido ser bautizado en la
cercana iglesia de San Martín. Lo más sobresaliente de su exterior es la
ventana plateresca situada en la esquina del palacio, con motivos escultóricos
estrechamente relacionados con la manera de Diego de Siloé.
Bajando
por la calle de las Angustias llegamos al atrio de San Martín donde se ubica la iglesia del mismo nombre, interesante
por ser la que posee la torre más antigua de la ciudad.
Continuando
por la calle de las Angustias nos encontramos con dos edificios emblemáticos,
la Iglesia de las Angustias, del
siglo XVI y el Teatro Calderón, que acoge la orquesta sinfónica de Castilla y
León y es la actual sede de la Seminci.
Continuando
nuestro paseo, si giramos a la izquierda en la calle de Echegaray llegamos a la
Iglesia de la Antigua, de estilo
románico, realizada por orden del Conde Ansúrez en el siglo XI. Destaca por la
torre, siendo su pórtico del siglo XIII.
A
su frente, están los restos de la antigua Colegiata, derruida a medida que se
iba construyendo la Catedral
según diseño de Juan de Herrera, que la dejó inacabada para dirigir, por
encargo del rey, las obras del Monasterio de El Escorial. En 1729, el arquitecto
madrileño Alberto Churriguera recibió el encargo de continuar con la obra de la
Catedral. A él debemos la construcción del cuerpo superior de su fachada
principal y probablemente el controvertido atrio con el que se salva la
diferencia de altura de la misma con respecto a la calle a la que se abre.
Como
muchos otros edificios del patrimonio monumental español, la Catedral de
Valladolid sufrió el envite del devastador “terremoto de Lisboa” de 1755. La
torre se resintió y, finalmente se derrumbó un siglo después, en 1841. Con el
paso del tiempo, nuestra Catedral fue sufriendo otras…”amputaciones”. A
comienzos del siglo XX, se desarmó la reja del XVIII que cerraba el coro, y hoy
se exhibe en el Metropolitan Museum de Nueva York, en una de sus salas principales.
El magnífico retablo mayor de la catedral es obra de Juan de Juni, y procede de
la Antigua. Puede verse en el interior el Museo Catedralicio, con obras de gran
interés.
Muy
próxima, está la Universidad de
Valladolid con una fachada barroca construida por el sacerdote Fray Pedro de la
Visitación representan alegorías de las materias que se impartían en el
edificio, sufrió un incendio en 1939 y actualmente alberga la Facultad de
Derecho.
Bajando
por la calle de la Librería, topamos con la plaza que toma su nombre del Palacio
de Santa Cruz que la preside, considerado la primera muestra del arte del
Renacimiento en España. Creado bajo el mecenazgo del Cardenal Mendoza, es hoy
sede de la Univerdad. Muy interesante su claustro y la azulejería de la
escalinata.
Muy
interesante sería también una visita al gran pulmón de Valladolid, el Campo
Grande, un parque público que data al menos de 1787, con una gran variedad de
especies vegetales y animales. Destaca el estanque central y la Fuente de la
Fama, un homenaje popular a Miguel Iscar, el alcalde que modificó el perfil
urbano de la ciudad en el siglo XIX.
La
zona que rodea este parque de estética romántica, merece un recorrido. La Acera
de Recoletos, con los edificios decimonónicos levantados por la burguesía tras
la desamortización de Mendizábal, con especial mención a la Casa Mantilla que ocupa toda una
manzana con su porte potente, plagado de una decoración a base de cariátides y
cabezas leonadas. Muy cerca, en la calle Miguel Iscar, la Casa Museo de Miguel de Cervantes,
donde el escritor vivió entre 1604 y 1606, coincidiendo con la publicación de
la primera edición de El Quijote, en 1605. En su interior se recrea el ambiente
cotidiano de un hidalgo español del siglo XVII.